La revista Ezkaba (nº 156) llega puntual-puntual a su cita mensual, con sus 11.600 ejemplares, a todos los rincones de una Arrotxapea en ambiente pre-festivo. Este mes la sección de Historia ha viajado hasta los años 60 del pasado siglo, para recordar algunas de las "correrías" de juventud de Fausto Ruiz, miembro de una generación que, perdiendo el miedo a unos campos ensombrecidos a base de porra e incienso, supieron ser nubes de esperanza, también para quienes no hicieron sino esperar, en silencio, que cayeran algunas gotas de libertad.
Aquí tienes la revista, a tan sólo un clic:
Nubes
verdes en tiempos grises
[I]
Eusko
Bazterra y el
talde de la Ikurriña
Baziren
hodei
berdeak diktadura frankistaren urte ilun eta gris haietan.
Itxaropena
sortu
zen,
belaunaldi
berri batek
margotua.
1960.
hamarkadan ametsak
haragitzen aritu ziren Iruñeko
gazte batzuk,
horien artean Fausto Ruiz auzokidea, martxoan
agur esan ziguna.
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Miembros
de Eusko Bazterra y del Club Donosti.
Fausto Ruiz, primero a la
derecha, sentado.
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Yo
no se lo que es el destino
Caminando
fui lo que fui
Allá
dios, que será divino
Yo
me muero como viví.
En
el
otoño del año 2009
vio la luz “La Historia olvidada”
de
Jose
Luis Díaz Monreal, una
obra que
nos acerca a la organización EGI (Euzko
Gaztedi)
en Navarra durante la década de los años sesenta.
Como
nos adelanta
J.G. Charela en el Prólogo,
este libro recuerda a los más viejos “sus correrías” frente al
franquismo, mientras que a
los
más jóvenes va
a ayudar a entender que
muchos elementos que vivimos
y sufrimos hoy,
hunden
sus raíces en
aquellos oscuros años de dictadura, elementos que no supimos o no
pudimos sacudirnos cuando llegó el momento. En
esta ocasión vamos a recordar algunas de las
“correrías” protagonizadas
por Fausto
Ruiz Benjumea,
rochapeano que nos ha
dejado recientemente,
tal
como vivió, sin
renunciar
a todos aquellos sueños de juventud.
Eusko
Bazterra
En
1966,
el PNV decidió dar un nuevo impulso a la organización juvenil EGI,
que se encontraba
muy debilitada, especialmente en Navarra, con el doble objetivo de
atender las demandas de sus militantes más activos y,
al mismo tiempo, frenar el
constante trasvase de sus miembros a la organización independentista
y socialista
Euskadi ‘Ta Askatasuna.
José
Antonio Urbiola fue el encargado de estructurar, organizar y relanzar
EGI en Nafarroa. Para ello se consideró necesaria
la creación de una asociación cultural legal. Ante la imposibilidad
que las autoridades diesen el visto bueno a una asociación
vasquista, optaron por crear una sección juvenil dentro de la Real
Sociedad de los Amigos del País, que
sería una realidad a finales de 1966 o principios de 1967.
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Miembros de Eusko Bazterra |
El
éxito fue inmediato, confluyendo en el nuevo grupo numerosos jóvenes
de colectivos y organizaciones culturales y montañeras plamplonesas,
como las Juventudes de San Antonio, el Irrintzi, Mutiko-Alaiak, Oberena o
el
Club Deportivo Navarra. Todos ellos tenían en común el amor por su
tierra y por la naturaleza.
El
domingo 24 de septiembre de 1967, durante
las fiestas de San Fermín Txikito,
fue
inaugurado el local de la
Plazuela de San José, nº 3, junto a la calle Salsipuedes, muy
cerca
de la Catedral. En
adelante, sus miembros organizarán toda clase de actos,
conferencias, recitales y cursillos para difundir la cultura y el
folklore vasco: danzas, canciones, historia, montañismo y, sobre
todo, euskera. Todo
ello en
un ambiente marcado por la represión franquista, obsesionada por
extirpar toda expresión de ideas vasquistas o que tuvieran que ver
con cualquier clase de reivindicación en torno a los derechos del
viejo
pueblo vascón.
Eusko
Bazterra llegó a tener en muy poco tiempo más de 200 socios, la
mayoría de
ellos con
inquietudes políticas; algunos
de ellos darían el paso hacia EGI y, con ello,
a
la realización de
actividades clandestinas.
El
talde de la ikurriña
A
principios de 1967 existía ya
un grupo que colaboraba pasando propaganda desde el otro lado de los
Pirineos, realizando
pintadas y
colocando
pegatinas con la ikurriña. El
26 de marzo se convocó el Aberri Eguna (Día de la Patria Vasca) en
nuestra ciudad, por lo que esos jóvenes abertzales
tuvieron que esforzarse a fondo en su organización, ayudando
a romper el cerco policial que se cernía sobre la ciudad o lanzando
unos cohetes sobre la Plaza del Castillo que, al estallar, soltaron
unos paracaídas
de los que pendían varias ikurriñas, para descorcierto y enfado de
las fuerzas policiales presentes en el lugar. La
jornada se saldó, según la prensa, con
sesenta detenciones.
Poco
a poco,
las actividades de EGI experimentaron una reactivación
significativa, fundamentalmente gracias a la llegada del liberado
guipuzcoano Elías Santon, quien bajo la supervisión de Jose Antonio
Urbiola y con la colaboración de Santiago Feliú, consiguió dotar a
los militantes navarros de una mayor disciplina y efectividad. Lo
primero que hizo fue reunir a quienes trabajaban en la clandestinidad
sin apenas conexión entre ellos, como Erdozain, Idoate y el
rochapeano Fausto
Ruiz,
grupo
al que fueron incorporándose personas procedentes, por lo general,
de Eusko Bazterra.
El
11 de noviembre de 1967, Elías Antón, Erdozain, Idoate, Barbería y
Fausto se dirigieron al Pantano de Yesa con el objetivo de destruir
la laureada que rodeaba el escudo de Navarra en los monolitos
situados junto a los túneles. Al carecer de material apropiado para
ello, llenaron el lugar de pintadas como “Gora Euskadi Askatuta!”
y siguieron hasta el Valle del Roncal, adornando el camino con
numerosas pintadas independentistas.
Elías
y los miembros que Díaz Monreal denomina como “talde de las
ikurriñas”, Idoate, Fausto Ruiz y Erdozain, decidieron colocar una
ikurriña encima de una grúa que se encontraba en la calle Amaya, un
lugar céntrico y relativamente cercano al Gobierno Civil. La
dificultad residía, más que en su colocación, en pensar cómo
hacer que durara el mayor tiempo posible. Para ello simularon un
artefacto explosivo adherido a la ikurriña, con el consiguiente
aviso: “Cuidado, no tocar, hay una bomba. EGI”. Era el 29 de
noviembre, festividad de San Saturnino, patrón de la ciudad.
En
la madrugada del primero de marzo de 1968 colocaron una ikurriña en
una de las torres de la iglesia de San Miguel, donde a la mañana
siguiente se celebraría una misa en honor del Ángel de la Guarda,
patrono de la Policía Armada, con posterior desfile en la Plaza de
la Cruz. Tras realizar la acción, recubrieron la cúpula de la torre
con una capa de grasa para dificultar su retirada, y “regaron” la
Plaza y sus alrededores con octavillas.
Durante
las fiestas de la Txantrea derribaron el mástil en el que ondeaba la
bandera de España en la Plaza Puente la Reina, y la víspera de la
fiesta de los mendizales en Aralar colocaron una ikurriña
gigante en la Peña Madelen. El 6 de julio, pocos minutos después
del chupinazo, una ikurriña lanzada con mortero descendía en
paracaídas sobre el gentío que abarrotaba la Plaza del Castillo; y,
al día siguiente, tras dos laboriosas jornadas, otra gigantesta
ikurriña apareció tendida entre las dos rocas del desfiladero de
Irutzun, para rabia de una Guardia Civil incapaz de descolgarla.
Finalmente, al anochecer, militares del Regimiento de Montaña
lograron retirarla. Los jóvenes activistas, no obstante, eran muy
conscientes que la policía andaba tras sus pasos.
Texto:
Patxi Abasolo López
Revista Ezkaba, nº 156, junio de 2018
Fotografías: J.L. Monreal, La Historia Olvidada